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Cáncer de esófago



¿Qué es?
El esófago es el conducto del tubo digestivo que comunica la faringe con el estómago. Desciende desde el cuello a través del mediastino y atraviesa el diafragma para entrar en la cavidad abdominal y unirse al estómago. Su interior está recubierto por unas células planas que forman diversas capas y debajo de ellas hay una capa de células musculares que permiten que el esófago se contraiga y mediante el peristaltismo haga avanzar los alimentos.

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¿Cómo se produce?
Entre un 85% y un 90% de los cánceres de esófago son de tipo epidermoide o escamoso, es decir, generados a partir de las células planas que tapizan la superficie interna del conducto esofágico. Aproximadamente la mitad se localizan en el tercio medio del esófago, mientras que un 35% se producen en el tercio inferior y un 15% en el inferior.
El cáncer de esófago afecta a 5 de cada 100.000 personas y los principales factores de riesgo son el consumo de alcohol y el tabaco. Otros factores de riesgo son la ingesta de alimentos muy calientes, el consumo de nitrosaminas, la esofagitis por radiación o la ingesta de sustancias cáusticas. Existen otras alteraciones que pueden predisponer al cáncer escamoso de esófago, como el síndrome de Plummer-Vinson, la acalasia o ciertas alteraciones tiroideas.
Un 15% de los cánceres de esófago son adenocarcinomas, es decir, producidos sobre tejidos que contienen glándulas. La mayor parte de estos cánceres de esófago se asientan sobre un tejido esofágico alterado a causa de la existencia de reflujo gastroesofágico, lo que se conoce como esófago de Barrett. Por otro lado, este tipo de cánceres también se han relacionado con el alcohol y el tabaco, al igual que el cáncer de esófago escamoso.
El cáncer de esófago suele extenderse por contigüidad a las estructuras vecinas, así como por vía linfática, sobre todo a nivel supraclavicular izquierdo. Asimismo, puede dar lugar a metástasis a distancia en otros órganos, principalmente en hígado, pulmón o pleura.
Síntomas
La mayoría de estas lesiones, dado que ocupan un espacio dentro del conducto esofágico, producen una dificultad en la deglución, una disfagia mecánica, que inicialmente es a alimentos sólidos pero que a medida que la lesión crece se hace patente también con la toma de alimentos líquidos. La disfagia, con el paso del tiempo puede ser también motora, por alteración de los mecanismos de deglución, lo que se conoce como acalasia. La dificultad para alimentarse conlleva una pérdida de peso importante con la consecuente astenia.
Asimismo, puede darse odinofagia, dolor a nivel torácico, regurgitación, vómitos, sialorrea o hipo. A causa del sangrado que puede producirse en la masa tumoral puede establecerse un estado de anemia.
En ocasiones pueden producirse fístulas hacia el sistema respiratorio. Este hecho y la alteración de los mecanismos de la deglución pueden hacer que se den episodios de broncoaspiración, con la consiguiente afectación de la vía aérea y las posibles infecciones respiratorias secundarias.
El tumor esofágico puede comprimir diversos nervios adyacentes a él, dando diferentes síntomas en función de qué nervio comprima. Si afecta a los nervios recurrentes puede afectar al habla, dando lo que se conoce como una voz bitonal. Si afecta a los nervios frénicos puede dar lugar a disnea. En caso de comprimir fibras del sistema nervioso simpático puede dar lugar a un síndrome de Horner.
Diagnóstico
Por desgracia la mayoría de las veces este cáncer no se diagnostica hasta que el paciente no presenta clínica de disfagia, hecho que implica que el estado del tumor es ya avanzado. El cáncer de esófago debe sospecharse en todo paciente que refiera clínica de disfagia y presente un cuadro de pérdida de peso, astenia y falta de apetito.
La radiografía con contraste de bario permite apreciar aproximadamente el 80% de los cánceres de esófago. De todos modos, dado que algunas lesiones son muy pequeñas, siempre es adecuado realizar una endoscopia para poder realizar una biopsia de la lesión y obtener así el diagnóstico definitivo.
Asimismo, es conveniente realizar una radiografía torácica, una ecoendoscopia y una tomografía axial computadorizada (TAC) para determinar la extensión del tumor. Si el cáncer tiene lugar en los dos tercios superiores del esófago es necesario realizar una broncoscopia para determinar si es viable la extirpación quirúrgica del tumor.
Tratamiento
En principio la opción terapéutica primordial sería la cirugía, especialmente en tumores de menos de 5 cm y que no sean invasivos. Si los tumores fueran mayores a esta medida o fueran invasivos se podría plantear tratarlos mediante cirugía o radioterapia.
La cirugía consiste en la extirpación del esófago, así como de los ganglios adyacentes que pudiesen verse afectados por la enfermedad. En la misma intervención se reconstruiría el conducto mediante una gastroplastia, es decir, se usaría el estómago y se alteraría quirúrgicamente dándole forma de tubo para unirlo a la zona de la faringe y permitir el paso de alimento. En caso de no poder utilizar el estómago por cirugías previas o problemas gástricos podría usarse una porción de colon.
En los casos en que el tumor esté diseminado se suele optar como tratamiento por la radioterapia. Se pueden realizar intervenciones quirúrgicas paliativas, como por ejemplo dilataciones o bien prótesis endotumorales (a través del tumor).
De todos modos, pese a las opciones quirúrgicas, la supervivencia a los cinco años de los pacientes con cáncer de esófago no es muy elevada.
Medidas preventivas
Las principales actuaciones preventivas para evitar el cáncer de esófago pasan por evitar sus principales factores de riesgo, es decir, el alcohol y el tabaco. Del mismo modo, es importante evitar las comidas excesivamente calientes de forma habitual y ciertas sustancias como las nitrosaminas. En caso de padecer reflujo gastroesofágico, hecho que puede condicionar la aparición de un adenocarcinoma de esófago, es conveniente que se acuda periódicamente al digestólogo para realizar un seguimiento.

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