Definición
Alteración y/o pérdida de las funciones principales del hígado (limpieza y regeneración de la sangre, intervención en procesos de coagulación sanguínea o de digestión de grasas, control de infecciones, entre otras) debidas a una lesión crónica e irreparable de las células hepáticas que son sustituidas por tejido fibroso y cicatricial.
Cómo se produce la enfermedad
La cirrosis es producida por agentes o tóxicos con capacidad de provocar daño celular grave del hepatocito ó célula del hígado. Los agentes más frecuentemente implicados en el desarrollo de cirrosis son el virus de la hepatitis B y C; los tóxicos más frecuentemente implicados son el alcohol, algunos fármacos usados de forma crónica y determinadas drogas o venenos.
En los últimos años, la obesidad se está demostrando como causa de cirrosis hepática grasa.
Síntomas de enfermedad
Las fases iníciales de la enfermedad que puede ser de meses o años puede ser asintomática o el paciente puede presentar síntomas inespecíficos como:
Astenia,
Anorexia
Pérdida de peso
Molestias en el hipocondrio derecho (parte anterior derecha del abdomen, debajo de las costillas).
Las fases avanzadas de la enfermedad se manifiestan por la presencia de:
Hepatomegalia o aumento del tamaño del hígado
Esplenomegalia o aumento del tamaño del bazo
Presencia de lesiones cutáneas como las arañas vasculares en la piel del abdomen, telangiectasias en los pómulos o enrojecimiento de las palmas de las manos.
Algunas formas de enfermedad se manifiestan en forma de complicaciones derivadas de la propia enfermedad como:
Encefalopatía hepática o alteraciones del sistema nervioso central por acúmulo de tóxicos en la sangre
Hipertensión portal o aumento de la presión del interior de la vena porta que condiciona la aparición de circulación venosa colateral y de varices esofágicas.
Ascitis o acúmulo de líquido en cavidad abdominal
Peritonitis o infección de la cavidad peritoneal
Diagnóstico de la enfermedad
El diagnóstico de cirrosis es realizado por el médico general, el internista o el especialista en patología digestiva en la consulta del centro médico u hospital.
El diagnóstico de las fases iniciales de la enfermedad se basa en:
Exploración física del paciente
Sintomatología que presenta
Resultado de los estudios complementarios que se realicen, entre los que destacan una analítica de sangre deben mostrar signos de inflamación o de alteración de la función del hígado o detectar la presencia de tóxicos o de virus de hepatitis, y una ecografía hepática que demuestre un aumento del tamaño del hígado y/o bazo o la presencia de una lesión hepática.
Las formas avanzadas de enfermedad pueden requerir el empleo de estudios diagnósticos más complejos como esofagogastroscopia cuando se sospeche de la presencia de varices esofágicas; la tomografía, la resonancia magnética o la ecografía doppler para el estudio de las complicaciones asociadas a la enfermedad o la biopsia hepática para conocer la causa de la enfermedad y el grado de afectación.
Tratamiento de la enfermedad
Las bases del tratamiento de la cirrosis hepático son:
Medidas higiénico dietéticas: dieta normal equilibrada, en algunos pacientes se requiere aumentar el aporte de proteínas en la dieta. Abstinencia en el consumo de alcohol, drogas y sustancias hepatotóxicas. Ejercicio físico moderado habitual.
Control médico habitual según indicaciones del médico responsable del paciente durante toda la enfermedad
Tratamiento farmacológico o quirúrgico para el control de las complicaciones asociadas a la enfermedad como la prevención del sangrado o ruptura de las varices esofágicas
Tratamiento farmacológico dirigido frente a la causa responsable de la enfermedad en cada paciente como uso de antivirales en los casos de hepatitis B o C, aporte de complejos vitamínicos y ácido fólico en la cirrosis de etiología alcohólica, o administración de quelantes en las enfermedades por depósito, etcétera.
Trasplante hepático: en pacientes seleccionados con enfermedad avanzada o descompensada.
Prevención de la enfermedad
Medidas preventivas para evitar el contagio de la infección por el virus de la hepatitis B y C, evitar el abuso del alcohol y de sustancias hepatotóxicas y el control del peso corporal ayudan a prevenir la mayoría los casos de cirrosis hepática.
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