El herpes genital es una enfermedad de transmisión sexual con una incidencia de un caso cada 1000 personas aproximadamente. Está causada por dos virus, el herpes simple tipo 1 y el herpes simple tipo 2. El tipo 1 habitualmente produce los herpes labiales o “calenturas” y se transmite por las secreciones orales. Es el responsable de un 5-10% de los herpes genitales y puede ser transmitido durante el sexo oral. El virus herpes simple tipo 2 es el responsable de la mayoría de herpes genitales y se puede transmitir por secreciones orales o genitales o por contacto con la piel. El contagio suele darse durante los brotes por el contacto con zonas de úlceras o ampollas ya que las secreciones producidas en estas lesiones contienen el virus. De todas formas algunas investigaciones sugieren que pueden darse contagios también en ausencia de síntomas. La infección genital por el virus herpes simple tipo 2 es más frecuente en mujeres que en hombres y puede deberse a que es más probable la infección de hombre a mujer que de mujer a hombre.
Las zonas más frecuentemente afectadas en los hombres son:
- Ano
- Cara interna de los muslos
- Escroto
- Pene
En las mujeres las zonas más afectadas son:
- Ano
- Cuello uterino
- Cara interna de los muslos
- Labios
- Vagina
Los síntomas de la infección inicial por virus del herpes son tanto sistémicos como locales y suelen aparecer dentro de las dos semanas posteriores al contagio. Los síntomas sistémicos son: inapetencia, fiebre, malestar, dolor generalizado y dolores musculares (mialgias).
Los síntomas locales suelen iniciarse con un aumento de la sensibilidad de la piel, sensación de quemazón o ardor o bien prurito. Poco después aparecen erupciones cutáneas en forma de ampollas pequeñas y dolorosas, enrojecidas y llenas de un líquido claro amarillento. Estas ampollas se rompen y dan paso a úlceras superficiales muy dolorosas, que finalmente forman costra y sanan en un periodo entre 7 y 14 días. En las mujeres suelen producirse dolor en las ingles y aumento del tamaño de los ganglios linfáticos inguinales. Además puede haber un aumento del flujo vaginal y micción dolorosa por el contacto con las úlceras. Los hombres pueden también tener disuria si las lesiones están cerca de la apertura de la uretra.
Una vez la persona está infectada el virus se establece dentro de las células nerviosas dificultando al sistema inmunitario su trabajo de identificación y destrucción de los microorganismos externos, y por tanto están lejos del alcance de los anticuerpos. Allí el virus puede permanecer en fase de latencia durante un periodo variable de tiempo. La infección puede reactivarse en cualquier momento y vuelven a aparecer ampollas dolorosas. Hay varios desencadenantes de los brotes como son la fatiga, la irritación mecánica, la menstruación, el estrés o las quemaduras del sol. La mayoría de personas a quien se les ha diagnosticado un brote de herpes virus pueden esperar tener varios brotes al año, pero por lo general estas recurrencias disminuyen en frecuencia a medida que pasa el tiempo.
En la mayoría de los casos el diagnóstico puede hacerse por medio de una inspección visual si es un brote típico y en casos de dudas puede hacerse un cultivo del virus. Existe una tinción llamada tinción de Tzank realizada en la lesión cutánea que puede mostrar resultados pero que es muy raramente utilizada. Puede realizarse una analítica de sangre para comprobar la presencia o ausencia de anticuerpos contra el virus del herpes simple tipo 1 y 2 y si es una infección reciente o antigua.
El herpes viral no puede curarse pero el tratamiento puede acortar los episodios y mejorar los síntomas. Los medicamentos aceleran la curación y el alivio de los síntomas más en los primeros ataques que en los brotes recurrentes. Se puede realizar tratamiento antiviral en pastillas, recomendado en la infección inicial para disminuir el dolor y la virulencia del brote, o bien en cremas de aplicación local posteriormente. En los casos de dolor importante se realiza también un tratamiento antiinflamatorio por vía oral. En las recidivas se recomienda iniciar el tratamiento tópico tan pronto se inicien los síntomas de ardor o dolor previos a la aparición de vesículas.
Tal como se ha comentado la clínica más frecuente producida por el herpes virus son las lesiones recurrentes dolorosas pero en algunos casos puede ser potencialmente más peligroso. En las mujeres embarazadas hay un riesgo para el feto en los casos de primera infección por el virus del herpes durante el embarazo. Antes de las 20 semanas de gestación el riesgo de aborto se triplica respecto a la población general, y raramente puede dar malformaciones fetales aunque están descritas. Después de las 20 semanas de embarazo el riesgo de prematuridad también aumenta. Si una mujer tiene un herpes activo en el momento de dar a luz se le realiza una cesárea para evitar el contagio por la vía de parto ya que puede producir una infección herpética neonatal realmente severa, a pesar de que con los tratamientos actuales haya mejorado el pronóstico.
Los pacientes inmunodeprimidos, tanto sea por alteraciones congénitas3, adquiridas o bien por tratamientos inmunodepresores como la quimioterapia o la radioterapia, tienen más riesgo de tener complicaciones por la infección entre las que destacan:
- Queratitis herpéticas: infección ocular por el virus del herpes,
- Esofagitis herpética: infección del esófago por el virus
- Hepatitis herpética: infección del hígado pro el virus del herpes
- Encefalitis: infección del sistema nervioso central
- Mielopatía transversa: infección de la médula espinal
- Neumonitis: infección del tejido pulmonar por el virus.
De interés
Para evitar el contagio debe evitarse el contacto directo con lesiones ulcerosas o vesiculares. El preservativo es además la mejor protección frente al herpes genital cuando se es sexualmente activo.
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